Las existencia de las vírgenes juradas no significan hoy (ni significaron antes) una estructura patriarcal más flexible; por el contrario, la inflexibilidad de la misma, hacía necesario que la mujer dejara de serlo para poder acceder a ciertas prerrogativas que, en todo caso, no les eran cedidas en igualdad de términos que a los hombres "de verdad" sino con reservas. La decisión de asumir la responsabilidad, si bien era de la mujer que se juramentaba, no respondía a una concesión social de su pueblo (de los hombres en quienes reposaba el poder institucionalizado) sino más bien a una necesidad atribuible a las circunstancias de la familia y de la comunidad donde se encontraban inmersas. Por lo tanto, tal como en otros pueblos no occidentales (los Nandi, por ejemplo), aquello no tenía (necesariamente) nada que ver con la orientación sexual (el deseo) de estas mujeres, aunque abría importantes resquicios donde la "biología" de los cuerpos mostraba su natural debilidad.



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